
Por Víctor Hugo Juárez
Redacción C&E. – Son como el Superbowl de la política, los debates presidenciales en México se convirtieron en el evento con más expectativas dentro del círculo rojo, un show en el que todos sus participantes se declaran ganadores cuando en realidad juegan a no perder, a quitarle votos a sus contendientes y a darse a conocer, pero que difícilmente tienen la capacidad de revertir tendencias a menos que suceda una catástrofe.
En Campaings and Elections consultamos a cinco de los consultores y consultoras más prestigiados del país para analizar los tres debates que hubo rumbo a la elección presidencial en México, las estrategias que implementaron Claudia Sheinbaum de Morena, PT y PVEM; Xóchitl Gálvez del PRI, PAN y PRD; y Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano; así como los formatos y la nula injerencia que tuvieron en las preferencias electorales.
A pesar de las deficiencias que existieron en estos ejercicios para cumplir su objetivo de fortalecer la democracia, los especialistas coincidieron en que estos encuentros deben continuar y ser obligatorios en estados y municipios, con la asignatura pendiente de evolucionar para que tengan más alcance y profundidad.
“En el mundo de la consultoría hay una regla no escrita que dice que cuando vas ganando no vayas a un debate y es una regla con la que yo no estoy de acuerdo, pero para mí un debate es como una final de futbol, es como un Súper Tazón, es como la final de un deporte porque es un show, es un evento mediático”, define Rafael Carreón, consultor y fundador de la firma Roldán Carreón & Asociados.
Como ocurrió con los tres debates presidenciales, Carreón reconoce que ninguno logró cambiar significativamente las tendencias electorales porque cada uno de las candidatas y candidato tenían objetivos diferentes.

“Para mí si sirven, pero no porque va a cambiar la ruta de la elección sino porque la gente termina por entender quiénes son las personas que están paradas ahí enfrente porque esas personas tienen objetivos muy diferentes. Uno va a defender un proyecto político, otro va a contrastar otro proyecto político, otro a va a quitarle a una candidata votos”.
Sergio Torres, estratega político y ganador de premios como el Rising Star, va un poco más allá y explica que la baja injerencia que tuvieron los debates presidenciales en las preferencias electorales es que se trata de un evento estelar para un segmento reducido de la población y es realmente el post debate en redes sociales y medios de comunicación el que llega a tener una mayor penetración.
“El debate lo ve poca gente, decían que 13 millones de mexicanos lo habían visto, pero creo que el mexicano promedio no lo ve, creo que se entera básicamente por el post debate, por lo que se mueve y por lo que dicen los medios”.
En ese mismo sentido se pronunció Luis Rodolfo Oropeza Chávez, director de la consultora “Día D”, al señalar que “sí es útil para cierto sector que está atento de las noticias, de la información y que espera recibir datos adicionales que complementen e informen su voto, pero de ahí a que se vuelvan un referente de un antes o después de un proceso electoral, yo lo veo complicado. Lo veo como una herramienta más que tiene la gente para informarse y a partir de ahí tomar una mejor decisión”.
Sin embargo, reconoció que un debate puede arrojar resultados catastróficos si el candidato o candidata comente un error garrafal, porque el post debate no perdona esos descuidos y tiene mayor alcance en otras plataformas como medios de comunicación o redes sociales.
“El debate no lo ve nadie, pero sí tú cometes un error durante el debate lo puede ver todo el mundo por el mismo manejo del post debate. Aquí hay que cuidar tres elementos: el pre debate, el debate y el post debate”.
A esto se suman los errores estratégicos para posicionar el mensaje, pues de acuerdo con Paulina Amozurrutia, consultora y fundadora y dirigente de Unión Mujer, las candidatas y candidato no supieron transmitir mensajes completos para que se quedaran en la memoria de sus electores.

“Las propuestas de los tres candidatos eran complejas, eran técnicas, eran de difícil acceso a la memoria de corto plazo (…) no han entendido que la narrativa de comunicación cambió, la captación de la atención no lleva más de seis a ocho segundos y que las personas no pueden quedarse con tanta información (…) No están alineados a la economía de la atención, a la narrativa de comunicación que hoy permea y se extiende dentro de las redes sociales y por ende la forma de consumir contenidos de los usuarios”, expuso.
Todos se declaran ganadores, pero en realidad ¿quién ganó los debates?
“Esta frase estúpida de ganamos el debate que todo mundo sube, todos los candidatos le quitaron fuerza por el excesivo uso de ella”, reflexiona Amozurrutia sobre esta expresión que todos los presidenciables se encargaron de difundir en medios, eventos, pero, sobre todo, en redes sociales.
No obstante, reconoció que Jorge Álvarez Máynez, por ser el tercer lugar en la intención de voto tuvo mayor libertad de mostrarse con una narrativa que le permitió darse a conocer entre la ciudadanía y subir unos puntos en las encuestas.
“Creo que el tercer lugar se permite posicionar propuestas y tener una libertad mayor de narrativa porque no tiene la carga de los otros dos contendientes, teniendo mensajes incisivos de manera continua. Creo que en el debate federal como en los locales, la tercera fuerza, en muchas ocasiones, se permitió dar a conocer”.
Luis Rodolfo Oropeza agregó que esta narrativa de declararse ganadores obedece a que se dirigen a la audiencia que ya tienen conquistada, pero también describió a los debates como el escenario perfecto para que los aspirantes se mostraran en situaciones menos controladas, ante la presión del reloj y los ataques de sus adversarios.
“Para lo que sirvieron los debates presidenciales en esta etapa fue también para que viéramos cómo reaccionaban las candidatas y candidato frente a la confrontación, cómo se comportaban cuando estaban juntos en un mismo lugar y cuáles eran las estrategias de choque que utilizaba cada campaña para tratar de desenfocar y sacar de su línea de mensaje al candidato que fuera cuestionado”.
Por su parte, Sergio Torres identifica al ganador en función de sus objetivos y en este caso todos lograron aprovechar este ejercicio para conquistar sus metas estratégicas.
“Depende para quién, yo creo que no podemos generalizar de que fueron funcionales para los tres, simplemente creo que cada uno tenía objetivos diferentes, estrategias diferentes y a partir de eso haría la valoración de que al que más le ayudó fue a Máynez para darse a conocer. Xóchitl desaprovecha la oportunidad del segundo y tercer debate; Claudia iba muy clara a que no pasara nada en los debates y creo que así ocurrió”.
En ese mismo tenor opinó Rafael Carreón: “Claudia tenía que ir a defender al presidente porque el presidente es su mensaje y en la medida en que ella se parezca más a él, entonces lo logra, creo que lo logró, la gente que ya estaba con el presidente no cambió, sigue estando con el presidente; la gente que quería ver a una Xóchitl aguerrida, completa, cobijada por los intelectuales, creo que también lo hizo, aquí lo importante es lo que sucede con los que no tenían esa claridad y para eso estaba ahí Máynez, para atraer esa gente. Creo que el más ganón termina siendo Máynez”.
Quien sí vio una candidata ganadora fue Sergio Meade, director general de la Agencia Maverik. “Yo creo que Xóchitl fue la que más salió beneficiada porque yo creo que en el debate pudo elevar un poco de puntos”.

Formato, una asignatura pendiente
En esta elección, el formato de los debates fue cuestionado por la opinión pública y por los propios partidos políticos que intervinieron para modificar las reglas en cada uno de los encuentros para proteger a sus candidatos.
Para Luis Rodolfo Oropeza, “los formatos que vimos en esta elección, y desde 2018, son más atractivos y se prestaron a generar una mejor dinámica, tanto para la persona que escucha el debate como los propios participantes, ya que sí hay intercambio de ideas, se obliga a los candidatos a responder con mayor frontalidad los cuestionamientos”.
No obstante, reconoció que los formatos se pueden mejorar si dan más tiempo de confrontación en lugar de exposiciones, como ocurrió en debates como el de Monterrey o la Ciudad de México, que permita mantener a la audiencia permanecer más tiempo viendo este ejercicio.
“El mayor reto que hoy tienen los debates es que la gente se quede viendo el debate, son demasiado largos y eso se vuelve completamente contra intuitivo, la gente difícilmente se va a echar dos horas viendo el debate”, agregó.
Por su parte, Sergio Torres, consideró oportuno acordar que los debates se transmitan en cadena nacional para obtener un mayor alcance, además de organizarlos en varias regiones del país y no solo en la Ciudad de México como en esta elección.
“Creo que el centralismo tampoco ayuda, creo que los tres debates se hayan llevado en la Ciudad de México les quita cierta importancia a los regionalismos, a los que se puede llevar. Es decir, hace seis años uno se llevó en Tijuana, uno en la Ciudad de México y otro en Mérida, creo que eso deja a nivel regional”.
Se manifestó a favor de que los partidos intervengan en la mesa para definir los formatos de los encuentros, pero con la intervención de especialistas en espectáculos televisivos que ayuden a hacer estos ejercicios más atractivos para la ciudadanía.
“También creo que tiene que haber un tercer debate donde, a través de una encuesta solamente se dispute entre el primero y segundo lugar, creo que un tercer lugar, cuando vemos dos propuestas muy claras, sale sobrando”, concluyó.

En la opinión de Sergio Meade, fue atractivo el formato de los tres debates en esta elección presidencial porque permitió el intercambio de ideas y las reacciones de cada uno cuando eran atacados.
“Viendo también otro tipo de debates que hubo en México, lo que me gustó de este debate es que sí vimos reacciones, las imágenes estuvieron divididas, entonces cuando una persona está diciendo estás viendo la reacción, eso lo veo positivo porque ves cómo es el temple de cada una de las personas”.
El director de Maverik reconoció que el área de oportunidad fue mejorar las bolsas de tiempo, aunque reconoció que esto forzó a las candidatas y candidato a ser más concretos con sus ideas cuando les quedaba poco tiempo.
Más que los formatos, Paulina Amozurrutia destacó los errores técnicos de los participantes, derivados de la deficiencia en los entrenamientos, como enfocarse a contestar ataques en lugar de posicionar los mensajes clave.
“Una de las claves de la falta de incidencia del debate fue la nula capacidad para responder, desde su zona de comunicación, un mensaje objetivo. La clave es: tú no contestas preguntas, posicionas mensajes y ellos o contestaban y se quedaban en la zona de crisis o no contestaban y esto hizo que el debate no fuera rico y no posicionaran los mensajes que querían dar, esto en el debate”, explicó.
Por ello calificó estos encuentros como de “bajo nivel” para comunicar eficientemente los mensajes, pues hubo mayor calidad en ejercicios similares que se hicieron en estados o hasta municipios.
“Los debates federales fueron unas representaciones de democracia de poco nivel por los contenidos, de poco nivel por la eficiencia en la entrega del mensaje, en el posicionamiento del objetivo de comunicación y sobre todo en la falta de conexión con el público meta”.
Consideró que una de las causas en la poca efectividad de comunicación obedece a que los representantes partidistas que acuerdan los formatos del debate no son especialistas en comunicación y desconocen de la estrategia para posicionar el mensaje.
“Me parece que el hecho de que el representante ante el INE sea un representante político y no un conocedor, no solo de debates sino de la estrategia a posicionar y de la nueva narrativa de comunicación, no permite que las condiciones que se pudieron haber negociado respalden el objetivo de comunicación”.

Por su parte, Rafael Carreón coincidió en que falta mucho por hacer para convertir este escenario en un espectáculo más atractivo para el grueso de la población y tenga un mayor impacto.
“Creo que, como espectáculo televisivo, como evento periodístico, como evento social, le falta mucho por resolver a las instituciones encargadas de construir las reglas para que realmente sea un mejor evento”.
Sobre la intervención de los partidos en el formato del debate consideró que sí afecta por tratarse de instituciones desprestigiadas y por ello buscan salir menos “raspados”, más allá de concentrarse en una comunicación efectiva de los mensajes.
Reto de consultores para futuros debates
Detrás de cada candidato o candidata hay un equipo de especialistas en imagen, comunicación y estrategia que buscan ganar la mayor cantidad de puntos en estos encuentros, pero alcanzar los objetivos implica nuevos retos y sobre eso nos platican los especialistas.
“El reto más importante es cómo el debate se vuelve otro instrumento más para poder potenciar la candidatura de tu cliente y no se vuelva un lastre que le impide seguir creciendo y lo lastime”, explicó.
Paulina Amozurrutia reconoció que los debates presidenciales de esta elección también exhibieron errores estratégicos de los equipos que están detrás de los candidatos, desde el uso de materiales visuales que restaron calidad a los encuentros.
“Dejaron un poco que desear, hubo debates en los estados con muchísima más calidad que los debates que tuvimos en la Presidencia, empezando por el uso de materiales físicos, que realmente fue culpa del entrenador no darles calidad desde la estructura hasta la información trasera, eso es un error de novato que no fue culpa de los candidatos, sino de los entrenadores”.
Debates, ¿obligatorios?
A pesar de las deficiencias en los formatos o la baja injerencia en las preferencias electorales, los especialistas coincidieron en que los debates deben ser encuentros obligatorios para fortalecer la democracia y darles a los electores la posibilidad de emitir un voto más informado.

“Claro, es parte de la democracia, es increíble que estemos hablando de una obligatoriedad a los candidatos cuando debe ser un servicio ejercicio central de las elecciones”, indica Sergio Torres.
En ese mismo sentido se pronuncia Sergio Meade, “yo creo que sí, pero en debates que sean formales, profesionales y este que está hecho por una institución de buena referencia, yo creo que sí deben ser obligatorios para ver cada una de las ideas”.
Explicó que en estos encuentros se pueden ver a las o los candidatos en situaciones incómodas que representan una oportunidad de verlos como son, sin poses, en situaciones difíciles.
“También en un debate se puede ver a una persona cómo se puede comportar ya estando en el poder, en situaciones (…) Un debate representa cómo una persona llega en temas de preparación, en temas de comunicación al momento de responder preguntas difíciles o bastante incómodas, el cómo toman el toro por los cuernos”.
Luis Rodolfo Oropeza manifestó que estos encuentros deben ser obligatorios en estados y, por lo menos, en municipios que son capitales de los estados,
“Gubernaturas y capitales creo que sería oportuno y sería muy importante pensar en la homologación de formatos a nivel estatal y nacional”.
Recordó que estos ejercicios se convirtieron en instrumentos valiosos porque permitieron confrontar a los candidatos oficiales con la oposición, algo que no se vio en la historia política del país.
“Los debates empezaron a cubrir esa necesidad de obligar a los candidatos del sistema a tener que encarar los señalamientos de los candidatos opositores, cumplieron con esa función histórica y debieron evolucionar para que fueran atractivos para los ciudadanos”.
La consultora y fundadora de Unión Mujer expuso que los debates no solo permiten la confrontación de ideas, sino de exhibir la capacidad de reacción, comunicación y análisis de las personas que aspiran a un cargo público.

“Yo sí creo que es parte del ejercicio democrático, no solo de la confrontación y presentación de ideas, sino de la capacidad de estructura, de análisis, de síntesis y de presentación del candidato. Creo que sí deben ser forzosos”.
Agregó que el contexto actual, donde se debilitan a las instituciones encargadas de salvaguardar la democracia, hacen obligatorio este tipo de ejercicios para darle mayores herramientas a los electores al momento de tomar su decisión en las urnas.
“Creo que todo ejercicio democrático, en un país donde se debilita cada vez más a las instituciones, es indispensable que se generen debates y cualquier otra actividad que permitan que el ciudadano se vuelva parte del proceso electoral”.
Finalmente, Rafael Carreón explicó que cuestionar si deben ser obligatorios o no estos ejercicios ya habla mal de los partidos o candidatos que se niegan a participar.
Detalló que, más que un escenario para exponer propuestas de campaña, los debates deben ser vistos como un escenario para vender personajes a las y los ciudadanos que no tienen definido su voto.
“La gente no va a escuchar propuestas en un debate para definir, si es que no lo tiene definido, su voto. Un debate es una exposición de personajes y en esa exposición vamos a ver qué dicen y cómo lo dicen”.
Agregó que vender emociones es la clave, con el riesgo de que si se generan las emociones incorrectas puede ser contraproducente para los participantes, que se puede ver reflejado en los votos que consiga el día de la elección.
“Un candidato bien preparado, si hace un buen ejercicio en un debate, no gane mucho de lo que ya tiene, el problema es que si haces un papel malo en el debate ahí pierdes todo, te conviertes en el meme, te conviertes en la burla”, concluyó.
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