Redacción C&E.-¿Para qué ingresaste a la política? ¿Cómo tomaste la decisión de iniciar tu carrera en este ámbito?En realidad nunca pasó por mi mente ser rectora. Yo estaba enfocada en la academia, la investigación y la divulgación de la ciencia; la verdad nunca había pensado en esta posibilidad. Fueron varias circunstancias y una de ellas, la definitiva, la pandemia COVID19. Me tocó estar muy en contacto con los jóvenes sobre todo con quienes padecieron la enfermedad y sus familias. Lo primero que buscaban era un consejo. De ahí empecé un trato más cercano con muchos. Aunado a eso, varios de los estudiantes que presentaron su examen de admisión durante la pandemia me expresaron situaciones muy críticas, como pérdidas de empleo, que no les daban las condiciones económicas para salir adelante. Todo eso me hizo valorar el papel que juega la institución para muchos jóvenes para los que la BUAP es su única opción para salir adelante. Fue cuando un grupo de amigas me estuvo insistiendo en que valorara participar en la contienda electoral y me animé a participar. Si no hubiera habido pandemia, no hubiera tomado la decisión, aunque me hubieran aconsejado hacerlo. Con el apoyo de la comunidad, es así como hoy soy rectora, con un gran compromiso con nuestros estudiantes, los trabajadores, tanto académicos como administrativos, y en general con la comunidad poblana, porque adonde quiera que llegue un complejo regional al interior del estado, también llega la oportunidad de desarrollo económico. ¿La razón por la que entraste en la política hoy sigue siendo la misma?Yo creo que se amplificó. En realidad había muchos aspectos de la institución que no conocía, a pesar de que tengo 40 años como académica. Algo que desconocía era mucho del trabajo que se hace en los complejos regionales. Empecé a ver que había muchas necesidades en las comunidades donde estamos. Que también, como institución, tenemos que contribuir, no sólo desde lo académico, sino desde los social, para que esas comunidades también tengan oportunidades de mejorar. Si nosotros incidimos en la vida de un estudiante, le daremos oportunidades a una familia. Las condiciones de cada una de estas sedes son bien distintas a las que tenemos aquí en la capital. Tenemos como dos universidades. Yo siempre digo que mi familia, ahora, es una familia muy grande y numerosa: somos más de 120 mil universitarios. Así como en una familia todos son importantes, en la institución todos son importantes y a todos hay que atender. ¿Qué tanto has hecho eso que pensaste y que te falta aún por hacer?Me enorgullecen muchos programas que hemos implementado. Yo siempre le digo a mis compañeros funcionarios que me hacen el gran privilegio de acompañarme en esta labor, que cada programa que hacemos tiene detrás una historia de vida. No surgen por ocurrencias, sino porque conocemos grupos de estudiantes con ciertas necesidades y que ahora tenemos la gran oportunidad de ayudar. Estos programas, como el de rescate académico de los jóvenes que no terminaron sus estudios, surgen de la necesidad de los jóvenes de concluir sus estudios y cuenten con mejores oportunidades laborales. Así como éste, cada uno de los programas que hemos implementado tiene un componente humano muy fuerte. Estamos pensando en el estudiante y en la oportunidad de cambiar su vida. Así que vamos a seguir trabajando. Obviamente no podemos hacer una buena labor si el personal académico y administrativo no está a gusto, entonces también tenemos que trabajar para que nuestro personal se sienta a gusto. Todos estos aspectos están englobados en lo que hemos definido como la nueva cultura universitaria en el Plan de Desarrollo Institucional, en el que a través de diferentes ejes queremos incidir en los aspectos fundamentales: la docencia, la investigación, la extensión de la cultura y el deporte, la gobernanza, la parte reglamentaria. ¿Cuáles son tus momentos clave en tu trayectoria?Creo que haber sido estudiante de la BUAP y haber vivido condiciones muy difíciles en la época en que yo era estudiante. En el momento en que uno tiene un cargo como el mío, uno puede cambiar lo que uno quiso, en su momento como estudiante, que se cambiaran. O propiciar las condiciones que uno como estudiantes siempre deseó. El otro es parecido, el hecho de que he sido trabajadora académica por muchos años. Empecé en el peldaño más bajo que hay de niveles en investigación en la institución, en esa época. Empecé de ahí: poco a poco conseguir lo que necesitábamos para trabajar, meter proyectos, hacernos de los instrumentos e insumos que requeríamos. Sé y valoro mucho lo que hacen mis compañeros investigadores. Sé la importancia porque eso me lo enseñó estar en la dirección del Instituto de Ciencias, la importancia que tienen los equilibrios entre la ciencia básica y la ciencia aplicada. En cada etapa que he tenido ha habido cosas que marcan el por qué y para qué quiero estar aquí.¿A qué mujer admiras?En lo académico, tuvo mucho que ver en cómo soy en el ámbito científico. Sylvia Giono Cerezo, quien fue mi directora de tesis de maestría y doctorado. Una mujer admirable del IPN. Sigue siendo una científica muy entregada a su labor y ha sido la gran maestra de muchos de nosotros. Yo la admiro, la quiero y de verdad es una mujer que a su edad sigue siendo muy productiva, lúcida y ojalá que llegue a ser como ella.¿Cuáles han sido los avances en materia de equidad de género ocurridos en el país durante el último año que consideras más importantes? ¿En el mundo?Algo que admiro de las mujeres es que han luchado mucho por tener igualdad de oportunidades para el desarrollo profesional. Lo reconozco y ahora más que nunca porque me ha tocado salir a las comunidades y ver cómo las jovencitas conocen de alguien en su comunidad que ha destacado y se convierte en su modelo a seguir. Admiro a esas mujeres que en su momento se atrevieron a desafiar diferentes condiciones, a veces económicas, en otras familiares, por desarrollarse en lo personal y lo profesional. Independientemente de muchos otros, en cuanto a los derechos laborales, la participación política, que también es admirable. ¿Cuáles son los principales retos para las mujeres para acceder a espacios de toma de decisiones?¿Qué se tiene que hacer? Muchísimo. Creo que lo principal emana de la familia. Siempre he dicho que cuando queremos cambiar una sociedad, la tenemos que cambiar desde el núcleo más elemental y el núcleo más elemental que existe en las sociedades es la familia. Cuando en una familia les damos iguales oportunidades a las niñas y los niños, cuando los educamos de igual manera, siendo conscientes de que son seres humanos que merecen igual trato, respeto y oportunidades, estamos contribuyendo a una mejor sociedad. La violencia intrafamiliar no abona a que cambiemos esa realidad. Obviamente ir escalando: el rol que tenemos las profesoras y profesores en todos los niveles; ahí también es fundamental que todos contribuyamos y de ahí para adelante. En todos los niveles educativos tenemos que trabajar mucho para que por lo menos en el ámbito educativo, en las universidades, las escuelas, las jóvenes se sientan seguras. Algo que a mí también me preocupa y ocupa es fomentar la autoestima en las mujeres, porque a veces no le prestamos atención y creo que es fundamental que las jovencitas crean en sí mismas y en eso también estamos preocupados. ¿Qué les aconsejarías a otras mujeres que están entrando o por entrar a la política?Yo creo que lo primero es que nunca se sienta inferior en ningún aspecto. Realmente las mujeres somos capaces de hacer muchísimas actividades y en algunas hasta en ventaja, hablando de cuestiones de género. Te voy a decir una frase que me dijo una compañera cuando estaba embarazada de mi hija: “¿ya sabes qué va a ser?”, yo le dije que una niña. Entonces me dijo: “ay, qué padre. Ella va a poder hacer todo lo que ella quiera”. Esa frase es muy cierta. El chiste es creer en sí misma y ser capaz de luchar por ello. Las pruebas por supuesto no son fáciles. Algunas encontramos en nuestro camino muchas piedras chiquitas, otras, piedras más grandes y otras más, rocas completas, pero de que somos capaces de moverlas lo somos.¿Te ha dejado satisfecha el papel de las mujeres gobernadoras en el país?Una vez platicando en esas charlas que uno tiene de compañeras, una de ellas dijo una frase que a mí también me dejó pensando: “a las mujeres se nos exige más a los hombres en resultados”. Un hombre a lo mejor se puede equivocar y no es tan visible, pero una mujer que está en la esfera política, por ejemplo, va a ser muy visible y entonces cualquier error que ella cometa se va a magnificar. A lo mejor como cualquier ser humano, podemos cometer errores, pero cuando vienen de una mujer, son más visibles, entonces hablar de satisfacción, ahí no tenemos que separar en género. Las obligaciones son las mismas, los compromisos son los mismo y la vara con la que tenemos que medir debe ser la misma. Cada persona está haciendo su mejor papel, independientemente del género.¿Has sufrido discriminación en tu profesión por ser mujer?No realmente. A veces les cuento una anécdota que cuando la viví me dio risa, pero ahora la veo y digo que esa sí era violencia de género. Pero en su momento lo normalicé. Así nos pasa a las mujeres de mi edad, llegamos a un momento en el que decimos que en nuestra época eso era normal. En el ámbito académico nunca he tenido discriminación por género, quizá porque el área en que me he desenvuelto participamos muchos las mujeres. En son de broma le comento que cuando hice mi posdoc, en el laboratorio donde yo estaba llegó un momento en que de cinco mujeres que trabajamos ahí, cuatro estábamos embarazadas. Entonces los compañeros nos decían que era “el laboratorio de la fertilidad”. En ese ambiente no es discriminación de género, todas y todos nos desenvolvíamos en condiciones muy similares. Yo he gozado de muy buen trato de mis compañeros. Quizá cuando empieza a haber tratos diferentes, es cuando uno escala a otros ámbitos. El ámbito administrativo, por ejemplo, cuando yo fui vicerrectora me preguntaba por qué no me invitan a algunas reuniones de trabajo, decía que yo también podía opinar y comencé a pensar que a lo mejor sí era cierto que existe el club de Toby y no me había dado cuenta. Donde yo sí sentí la discriminación de género intensa fue en el ámbito deportivo, en la época en que comencé a participar a nivel competitivo. En esas épocas era clarísimo. Como anécdota: llegué una vez a una competencia, las que llamamos moleras, porque normalmente son en un pueblito o una colonia donde se celebra la fiesta patronal y después de la competencia hay mole. Las organiza la parroquia o la colonia y entonces en una de esas, me acuerdo mucho que era un 16 de septiembre, cuando llegamos estaban dos señores jóvenes, quienes comenzaron a apostar. Uno le decía al otro, a quién le apuestas, si a la chaparrita, flaquita, vestida de tal color, o a mí. “¿Cuánto pones en la apuesta?” se decían. Entonces me sentí yegua. Era muy claro: para hombres el premio era dinero en efectivo, para mujeres era una plancha o una licuadora. Era por lo que uno iba. Mi hermana se reía de mí cuando le decía que iba a una competencia. Me decía si iba por otra plancha u otra licuadora. Eso no era nada favorable para el desarrollo deportivo de las mujeres. Luego otra vez me pasó en una competencia en equipo. Yo llegué tarde, entonces mi equipo estaba completo. A un joven y a mí nos dijeron que los equipos eran de cuatro. Cuando nos avisaron que había otras dos personas sin equipo completo, nos acercamos a ellos para ver si nos podíamos unir. Uno de ellos se me quedó mirando y dijo que él sí, pero que yo no. Ahí sí claramente era porque yo era mujer, porque esa persona ni me conocía. No me preocupé y despúes hallé uno que sí me aceptó. Al terminar la competencia me encontré al equipo que me negó la entrada y uno de ellos le dice al otro «ya ves tú, tonto, le dijiste que no y nos ganó a todos». ¿Hay apoyo de las mujeres hacia nuestras mujeres gobernantes o candidatas?En algún momento yo formé parte, al igual que muchas compañeras, de un grupo de mujeres universitarias que nos llamábamos Enlace. En ese grupo había compañeras administrativas, académicas y estudiantes. Ahí empecé a conocer a muchas de las que todavía son amigas mías. Siempre me he sentido apapachada por todas. En una época yo estuve completamente fuera del ámbito académico-político, por así llamarlo. Estaba enfocada a la parte académica y cuando iba a una escuela o facultad porque me invitaban a dar una conferencia o algo, siempre me daba gusto que las secretarias y las asistentes fueran las que me trataran tan bien y me saludaban con tanto gusto. ¿En qué momento te has sentido apoyada por el género opuesto?Mis compañeros universitarios son siempre generosos hacia mi persona. Creo que en los diferentes cargos que he tenido, he tenido colaboradores varones valiosísimos que yo siempre he dicho que sin ello a mí no me hubiera ido tan bien en determinadas tareas que he emprendido. De ellos siempre he tenido ese apapacho, colaboración, apoyo y confianza. Siempre he sentido el acompañamiento y la solidaridad de ambos géneros. ¿Por qué es importante tener más mujeres en el poder?En la toma de decisiones yo creo que el género sí influye. Se lo voy a comentar muy sencillamente: las mujeres somos más protectoras, más sensibles a la dimensión humana en la toma de decisiones. Muchas de las decisiones que he tomado se han basado en eso. Ya cuando lo veo a posterior me pregunto si un rector varón hubiera tomado la decisión diferente. En la toma de decisiones probablemente las mujeres nos vamos mucho por la parte humana. Por eso creo que hace falta más mujeres a cargos donde tengan toma de decisiones, porque, a lo mejor me escucho mal, pero las mujeres en muchos de los casos nos comportamos como mamá y entonces nos decimos que si no queremos algo para nuestros hijos, tampoco lo quiero para la comunidad. La toma de decisiones es distinta.¿Cómo has apoyado las causas feministas?Soy madre y tengo una hija y un hijo y para mí los dos son iguales. Difícilmente ustedes encontrarán en mi discurso una diferenciación en cuanto a género; para mí son igual de valiosos e igual de importantes. Sin embargo, sí he hecho acciones muy encaminadas hacia el género por un motivo, porque soy maestra y estoy muy en contacto con las jovencitas y las jóvenes generalmente me tienen mucha confianza y me piden ayuda, ahora como rectora, pero en su momento como maestra. Varias de las acciones han tenido que ver con eso que en su momento una jovencita me pidió de apoyo. Detrás de cada programa y acción que hacemos, hay una persona que lo vivió, lo necesitó o que lo está necesitando. Algunas que son muy visibles como los lactarios o los dispensadores de toallas femeninas en los baños de las jovencitas, sobre todo en las zonas de los complejos regionales, todo tiene que ver con eso, y no necesariamente son porque nosotros digamos que queremos favorecer más a las chicas. Esto se trata de un acto de justicia. En eso hemos trabajado fuertemente, también en cuestiones que no hablamos, pero prefiero que haya acciones más que discurso y es en el sentido del acoso por ejemplo que se da en muchos ámbitos. Hemos escuchado a las jóvenes que han sufrido este problema y se han tomado las decisiones que se tienen que tomar para evitar estos casos tan lamentables. ¿Está México preparado para tener una mujer presidenta?México está preparado para tener un buen gobernante o una buena gobernante. Creo que estamos preparados para eso, merecemos eso: buenos gobernantes, independientemente del género. ¿Cuál será el papel de la mujer en la elección de 2024?Siempre será un papel fundamental, así como en todos los ámbitos: el académico, el político, el social y por supuesto el familiar.
Redacción C&E.- Durante la pandemia, la científica especializada en microbiología tuvo la nada sencilla encomienda de diseñar y atender la estrategia para contener la crisis sanitaria en una comunidad de más de 120 mil personas, la BUAP. Su posición al frente de batalla contra el COVID19 fue el aliciente que necesitaba para coronar su exitosa trayectoria como científica, gestora académica, divulgadora de ciencia y atleta, con la gran labor de ser la rectora de la máxima casa de estudios en Puebl
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