Algunas citas electorales se han suspendido o aplazado, como las vascas y gallegas, las lo- cales británicas, las primarias demócratas en seis estados, la segunda vuelta de las municipales francesas —que estaban previstas para este domingo— y el plebiscito constituyente chileno, que ha pasado del 26 de abril al 25 de octubre. El coronavirus marca el ritmo y pospone el juego político, cambia prioridades y urgencias. Estos cambios en los calendarios electorales son, sin duda, decisiones complejas, con consecuencias institucionales y políticas, algunas aún desconocidas e impredecibles; y tienen detrás largos, amplios y profundos debates. Por lo general, son decisiones unánimes, apoyadas y respaldadas por propios y ajenos, una muestra del consenso posible y deseable en tiempos de crisis. En todos los casos, ante realidades y estrategias diferentes, se impone el sentido común: una campaña no es compatible con el confinamiento. Otras elecciones, en cambio, se han desarrollado según lo previsto (o casi), como, por ejemplo, las parlamentarias en Irán e Israel, las municipales dominicanas que se celebraron el pasado domingo o la primera vuelta de las municipales en Francia. En este último caso, el resultado estuvo lejos del esperado: la participación cayó 20 puntos. No fueron suficientes los mensajes tranquilizadores del Ministro del Interior ni las estrictas instrucciones de protección sanitaria. Ganó el estrés pandémico y la confusión ante la incoherencia y los discursos contradictorios. Por último, hay un grupo de campañas en curso para comicios que están, todavía, programados, como las parlamentarias en Corea del Sur, las esperadas presidenciales en Bolivia y las presidenciales norteamericanas, aunque no sin dificultades y afectaciones en el proceso de primarias. ¿Qué esperar? ¿Cómo son las campañas y elecciones en tiempos de coronavirus? La pandemia también pondrá a prueba a nuestras democracias y nuestros valores La pandemia también pondrá a prueba a nuestras democracias y nuestros valores 1. Un desafío organizacional El coronavirus también puede ocasionar problemas de coordinación y organización electoral por “temor a estar en espacios públicos” como pasó en California, mientras que en Israel montaron mesas especiales para que las personas en cuarentena pudieran votar y en Francia se instalaron “puntos de agua” para que trabajadores y votantes mantuvieran sus manos limpias. Si ya de por sí las jornadas electorales son eventos complejos, la crisis sanitaria obliga a las autoridades electorales a reforzar controles, tomar medidas extraordinarias y prepararse para imprevistos. Votar con guantes y mascarillas: las urnas en la UVI. 2. Hacia el voto electrónico “¿Cuánto dura el coronavirus en la saliva de un sobre?”, se preguntaba la secretaria de Estado de Washington. Hay expertos que sugieren cambiar esta y otras prácticas, como la distancia de seguridad en las filas de votantes o la protección de quienes abren los sobres. Sin embargo, es probable que este cambio de hábitos no sea inmediato y reactive los deba- tes sobre los sistemas electrónicos y remotos de votación. Del teletrabajo al televoto. 3. De infodemia a campaña sucia La OMS lleva semanas alertando sobre la infodemia, la expansión de fake news, rumores y discursos de odio. La desinformación sobre el coronavirus puede mutar a estrategia de campaña sucia, como se teme que suceda en Estados Unidos. También el ayatolá Alí Jamenei denunció “propaganda negativa” en las parlamentarias iraníes. El rechazo xenófobo a algunas minorías —o la autoexclusión— y la reacción fóbica hacia algunas personas (simplemente por un estornudo) puede provocar alteraciones significativas de derechos. 4. La alternativa tecnopolítica En Estados Unidos, el coronavirus entró de lleno en la campaña. Los candidatos han bajado considerablemente su nivel de actividad; Biden y Sanders, por ejemplo, cancelaron mítines en Cleveland y Ohio. Y hay otras acciones de campaña, como las salidas a territorio y los conocidos puerta a puerta (el canvassing, en inglés), que también podrían verse afectados. La solución puede ser la tecnopolítica. 5. Peligro: abstenciónEl miedo a la exposición al contagio puede afectar negativamente a la movilización y la participación electoral. Sucedió en Irán, donde las elecciones fueron las menos concurridas desde la revolución de 1979, y en París, que tuvo una abstención del 56%, 20 puntos más que en 2014, pero no en Israel, que registró récord de participación. 6. Indecisos, pero pragmáticosEn un contexto de incertidumbre como el actual, los votantes indecisos pueden tender a preferir mantener el status quo, por miedo a que los cambios de Gobierno entorpezcan la gestión de la crisis sanitaria o las medidas de contención necesarias ante el previsible enfriamiento de la economía. Esta tendencia a la estabilidad y el pragmatismo puede favorecer a los oficialismos. ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ. Asesor de comunicación español. Desde 1985 fundó y dirige la consultora Ideograma con sede en Barcelona. Desde allí, escribe diversos libros especializados y artículos que aparecen en los principales diarios de su país.
«El coronavirus marca el ritmo y pospone el juego político, cambia prioridades y urgencias. Estos cambios en los calendarios electorales son, sin duda, decisiones complejas, con consecuencias institucionales y políticas, algunas aún desconocidas e impredecibles» Antoni Gutiérrez-Rubí @Antonigr. El coronavirus ha cambiado por completo nuestras rutinas y agendas. Se puede “teletrabajar”, también asistir a clases online, incluso ejercitarse, si hay suficiente voluntad. Pero hay muchas otras ta
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